Cada noche me acerco a la orilla del mar
Y allá a lo lejos te imagino.
¡Cómo una distancia tan grande
Se vuelve nada con un solo suspiro!
Y entonces la brisa de mar en mí se posa
Y llama a las lágrimas infantiles de mis cansados ojos,
Riachuelos de miel de azahar surcan mis mejillas sonrojadas,
Un nudo de silencio áspero se vuelve antojo,
Antojo de querer tenerte y no ser posible.
Otra vez quisiera
Acurrucarme en tus caricias,
beber tus abrazos de coñac destilado
y comer tu codicia
de mujer frívola y destemplada.
¡Qué difícil se me hace respirar!,
Pensando en todo lo vivido.
Ya jamás sabré la respuesta
De si mi amor es aún correspondido.
Pero vive en mí tu recuerdo ingrato,
Como si se tratara de un perro doméstico malherido.
Hubo un tiempo en el que él me agasajaba
Y ahora me ataca si se siente perseguido.
Hasta cuando he de soportar
Este dolor traspasado y furtivo
Que no deja en paz este alma de escayola
Alquilada por un año y pico.
Tiempo atrás yo fui feliz en mi tristeza,
Valiente cuando huía
y cobarde cuando me enfrentaba
a las verdades de tu mentira.
Esta noche ya no estaré solo,
La luna llena vendrá a visitarme,
Le haré un ladito en mi cama,
Quizás con ella logre olvidarte.

This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Spain License.