Deja que la tristeza
Invada mi pena,
Que la peine y la acaricie
Hasta que estas lágrimas de hiena
Queden secadas con el tiempo.
Muéstrame la piedad y la misericordia,
La bondad de las palabras sinceras,
Esas que viven en los corazones desamoblados,
Esas que se volvieron eternas
Tesoreras del dolor y la discordia
De un ser olvidado.
Deja que suene el violín,
Permite que la música sea okupa
De un alma cajón de sastre
Donde los recuerdos infantiles brotaron a destiempo
Y la felicidad permanece oculta
Invernando en forma de sueños.
Un día habrá de despertar,
Solicitando una vista oral con el dueño,
Reclamando su patrimonio vitalicio,
Eso es lo único a lo que ha de aspirar.
Escribe lo que sientes,
Siente lo que piensas,
Piensa mientras amas
Y deja todo lo demás
para otro día.