viernes, 28 de julio de 2006

JAULAS DE CEMENTO

Hoy voy sentado en el autobús, mirando por los grandes cristales el paisaje que se presta a mis ojos. Enormes edificios grises y fríos, austeramente decorados, con balcones milimétricos, muchos de ellos enrejados. Me recuerdan a jaulas de pájaros. ¡Qué iluso eres hombre moderno! ¿A qué aspiras en esta vida? Tú te crees mejor que ese pajarillo que tienes encerrado y al que le exiges que cante, que cante de felicidad. Te crees que con tener lleno el bebedero de agua y comprarle el mejor alpiste del mercado ya has satisfecho sus ilusiones. Tú eres también ave presa, que no puede mirar las estrellas porque vives en un mundo tan contaminado, tan asfixiante, esclavo del tiempo, de la moda, del cuerpo delgado y esculpido a base de gimnasio y operaciones de cirugía, de lo material y perecedero, de lo políticamente correcto, de lo perfecto. Sueñas con vivir por cuenta ajena, en un pisito cuadrado de 30 metros, con una hipoteca a 30 años y con un coche deportivo caro pero realmente vivirás con tus padres hasta los cuarenta. Quieres ser mejor que tu vecino, para poder presumir y casarte con una modelo anoréxica y bulímica. Probarás las drogas porque como tú bien dices, en esta vida hay que probarlo todo, vivir al máximo, que la vida son dos días y acabarás dando fiestas glamorosas en tu casa para esa manada de cuervos que simulan ser tus amigos. ¿Y que será de tus polluelos? Esos niños insensatos, que sólo piensan en gastarse tu dinero haciendo botellones, paseando el palmito encima de una moto o comprándose el último modelo de unas zapatillas de marca, fabricadas por multinacionales que explotan a niños indefensos en los países del tercer mundo. ¿Y qué harás cuando llegues a mayor? Acabarás abandonado, solo, en un asilo y haciéndote tus necesidades encima mientras tu prole despilfarra tu dinero de forma abusiva. Te quedarás delante de este tonto televisor absorbiendo toda esa publicidad manipuladora que rige tu mundo. Y cuando mueras dirás que fuiste muy feliz, que conseguiste alcanzar las metas que te propusiste, que fuiste libre de dirigir tu vida. ¿Estás seguro de ello, ave de paso? Si te hubieses quitado ese velo que empañaba tu vista, seguramente te hubieras dado cuenta de que nunca saliste de tu jaula de cemento.

jueves, 13 de julio de 2006

YA NO

Ya no me escuchas cuando te hablo. Mis palabras son hojas al viento que resbalan sobre el tejado de tu conciencia. Ya no sonríes cuando te miro fijamente a los ojos. El brillo de las estrellas hace tiempo que se apagó en ellos y ahora la penumbra de la tristeza oscurece tu rostro de ángel caído. Ya no me abrazas cuando estamos juntos. Las rutas de tu piel no me son desconocidas en un terreno que ahora me es vedado. Ya no me besas cuando nos despedimos. La savia de tus besos no llega a este corazón que se está secando de amor. Ya no pronuncias mi nombre cuando me llamas. Quizás la ausencia haya llamado al olvido y éste esté suplantando mi puesto. Ya no sé si eres mía o eres de otro. Una atmósfera de silencio envuelve el espacio reservado para las caricias y la reconciliación es un engaño metafórico que alguien inventó para ser políticamente correcto. Puede ser que, hoy más que nunca, las palabras ya no sean el antídoto para salvar el abismo que nos separa. Yo ya no sé qué pensar. Espero tu vana respuesta mientras me consuelo con el eco de la persona que fuiste resonando en mi alma dormida. Te querré, por siempre, mi amor. Besos.


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martes, 11 de julio de 2006

NOSTALGIA

¡Qué pena hacerse mayor! Esa burbuja en la que vives de pequeño explota como un globo pinchado por una aguja de coser. Tanta felicidad e inocencia se transforma en realidad cruel y triste. Dicen que debemos conservar el alma del niño que fuimos antaño, conservar nuestras ilusiones y sueños para convertirnos en bellos sauces llorones con una savia nueva que recorra nuestro ser. Porque de no ser así, seremos como esos álamos grises que crecen en zonas húmedas y están huecos por dentro y al amparo de las inclemencias temporales. Yo recuerdo con mucho anhelo cuando mi abuelo me contaba aquellos maravillosos cuentos. El del Lobo y los siete cabritillos y el de Rabo Borrico y Estrellita de Oro. Por más que los escuchaba nunca me cansaba de ellos y siempre esperaba el momento clave en el que mi abuelo me pellizcaba la barriga y ponía voz de lobo malvado. También recuerdo cuando jugaba con mis playmobil y me inventaba mil historias, quizás por eso mi imaginación se desarrolló tanto. Me encantaban los dibujos animados y aquellas series de televisión. Jugaba a los detectives privados e incluso me propuse escribir un libro acerca de una serie de personajes mitológicos entre los que estaba un centauro que utiliza el arco con mucha precisión. Viendo al doctor Who y V quise luchar contra aquellos seres extraterrestres y resolver enigmas viajando por el universo. Gracias a McGyver y al Equipo A quise construir inventos raros. Alucinar con aquellos partidos de Oliver y Benji donde los disparos de los jugadores parecían de otro mundo. Por no olvidarme de Kid, el fabuloso coche fantástico y su inseparable compañero de aventuras Michael Knight. Y ahora que está de moda en una cadena de televisión nueva reponer series antiguas, creo que muchos niños podrán disfrutar como lo hice yo.

miércoles, 5 de julio de 2006

RETAZOS DE UN SUEÑO

Hoy voy caminando solo por el sendero de la tristeza. A mi mente han venido recuerdos olvidados, hechos de retazos de mi alma de escayola. Por un momento me traslado a aquella escena, los dos juntos a la orilla de la playa, un atardecer maravilloso. La brisa del mar mesaba tu cabello y tus ojos eran dos abismos donde refugiarme de la soledad de la mañana. Es entonces cuando tu olor embriaga mi cuerpo, cuando tu tacto me hace sentir un sutil cosquilleo que recorre mi piel y el verdadero amor llama a las puertas de mi corazón haciendo sonar el timbre de la felicidad. Pasan las horas y seguimos los dos abrazados. Ahora la Luna reina en el cielo. Sus destellos bañan nuestros cuerpos unificados que permanecen como estatuas de piedra en la fuente de un parque. Y el tiempo se hace eterno, nuestras vidas concurren como afluentes de un río que va a morir al mar. Tus labios callan y los míos no pueden dejar de hablar en un lenguaje que sólo tú y yo comprendemos. En este día cabe esperanza para lo que vendrá en un futuro incierto en el que nada podrá separarnos, ni tan siquiera la muerte con su terrible guadaña de acero. No sé porqué pero una lágrima traicionera se ha escapado de la cárcel de tus bellos ojos y, presa de la libertad del momento, desliza suavemente por tu mejilla y riega tus labios carnosos. Al igual que tras la tempestad viene la calma, es ahora el arco iris de tu sonrisa lo que engalana tu cara y ese guiño dedicado el que me conmueve el alma. ¡Cuánto amor cabe en este pequeño corazón de hielo! ¡Cuántas primaveras tendré que esperar hasta su deshielo! Sólo tú podrás responderme a ello. Porque tú eres incógnita y eres respuesta, tú eres calma en el amanecer de mis días y eres volcán en la noche trémula. Tú eres mi todo y yo soy la nada, la nada que sueña con volverse universo de tu vida. Shhhhhh… no hables, no digas nada. Déjame disfrutar del presente. De repente, suena el chirrido del despertador. Tú te alejas lentamente y te adentras en el mar. Sé que no estarás ausente por mucho tiempo. Nos volveremos a encontrar cuando el atardecer de mi cansancio se oscurezca con la melodiosa armonía de la somnolencia nocturna.


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