Y al final la historia volvió a su principio: el adolescente que se negaba a crecer. Harto de esperar la promesa de Peter Pan, anhelando que apareciese Campanilla. Pero no ocurrió así. Sin embargo, ello no le desanimó. Se dirigió a la estantería de libros que adornaba una de las paredes de su cuarto cuyas paredes estaban forradas con carteles de las películas del Señor de los Anillos. Cogió un libro tocho y lo abrió por la primera página: “En las laderas del Monte del Destino, junto a la fortaleza del Señor Oscuro…”. Se tumbó sobre la cama con el libro boca abajo apoyado en su pecho. Cerró los ojos y se dejó llevar.
P.D.: dedicado, hoy día internacional del niño, para todos aquéllos que hemos mudado de piel pero no de corazón.
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