domingo, 15 de abril de 2007

PALABRAS, VERDADES Y OTRAS MENTIRAS



Palabras y palabras. Ríos de tinta y arroyuelos de papel mecanografiado. ¿Cuál es la razón que me impulsa a seguir? ¿Dónde está el mar, el final de este torrente creativo? Hay tantas preguntas por responder y tan pocas respuestas que dar. A mí me gustaría ser pez y viajar muy profundo. Buscar en los arrecifes de coral el secreto que silenciosamente guarda tu alma. Podría quedarme pensativo mirando las estrellas, esperando una señal, un indicio de tu amor hacia mí. Y sin embargo, estalagmitas de recuerdos llenan la cueva de mi mente y un sopor gélido y, a la vez, cálido recorre las tuberías de este cuerpo obsoleto para retornar al crisol de los sentimientos. Alguna vez me preguntaste lo que sentía. Acaso te diste cuenta o percibiste mi efímera existencia en los aledaños de la tuya. Lo pequeño y angosto a veces pasa imperceptible a los que cegados, por el velo de lo superfluo y perenne, no quieren miran con otros ojos más que los del materialismo más radical. Pero yo no te guardo rencor ni odio, o quizás sí. Simplemente lloro en mis sueños por no haberte conocido y pienso que en otra vida, en otro mundo, tú serás tortuga y yo, un caracol de campo. Y si algún día paseando por un verde prado nos encontramos, ¡qué dicha la mía! Podré compartir contigo historias de viajeros. Y si tú lo deseas caminaremos juntos a un ritmo lento, como si se hubiera detenido el tiempo y nada ni nadie pudieran separarnos. Pensarás que, después de todo lo dicho, tengo pájaros en la cabeza, que la locura es mi doctrina y la insensatez se ha adueñado de mi espíritu patrio. Pero acaso, eso importa. Es más feliz el cuerdo porque hace lo que le dictan reglas socialmente establecidas, reglas impuestas para no pensar, para no ser audaz y luchar contracorriente, para ser un títere sin cabeza. No, esa es mi respuesta, quizá no sea tu verdad ni la verdad con mayúsculas y letra cursiva punto 37.6, pero en lo relativo a mí es cierta. Tan cierta como que te añoro, tan real como las lágrimas que surcan mis mejillas y colapsan con el suelo a ritmo de golpes de tambor africano. Se me enternece el corazón de plastilina, con la que hacía figuritas cuando era niño sin preocupaciones, cuando hablo de ti y, sin embargo, mi alma escupe lenguas de fuego cada vez que me ignoras. Si mi amor y mi odio se fundieran en uno solo, entonces quizás los físicos podrían entender el origen del Universo. Millones de sentimientos con carga positiva y negativa expandiéndose en la nada que soy para ti. Quisiera olvidarte y quemarte como a un papel, esparcir tus restos por el retrete de mi baño japonés y tirar de la cadena de los malos recuerdos. Aunque lo hiciera, sé que volverías, como el fantasma del cuento de Christensen, como la plenamar y las aves migratorias cuando perciben que se aproxima el duro y frío invierno. ¡Qué pena que llegue la primavera! Prefería permanecer en mi letargo de pensamientos. Mi corazón sufriría menos y mi boca no se secaría cada vez que pongo tu nombre en mis labios. A pesar de todo, dime por qué sigues sola paseando tu tristeza con ese ramillete de lágrimas color arco iris.

2 comentarios:

virginia dijo...

que triste
feliz finde
besitos
vir

Anónimo dijo...

Muy hermoso... Y real.

Un saludo.

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