martes, 18 de agosto de 2009

OLA DE CALOR

Noticias de la sobremesa: “En España se espera una ola de calor con temperaturas rondando los cuarenta grados centígrados durante los próximos veinte días. Se recomienda beber mucha agua para no deshidratarse y evitar hacer actividad física durante las horas de máxima intensidad solar”. Voy al supermercado y compro un pack de 6 botellas de agua mineral. Destapo la primera botella y lleno un vaso hasta casi el borde. Observo las gotas de agua con gran sorpresa porque una de ellas se ha escapado de la superficie líquida y me mira con expresión dubitativa. Se llama Aqua y me dice que es de Sierra Nevada. Hace un mes, mientras se daba un refrescante chapuzón junto con sus hermanas, fue succionada por la bomba extractora de un camión cisterna. Su familia logró escapar río abajo. Después fue transportada hasta una planta de embotellamiento y el final de su historia es el principio de ésta. Tras escuchar su relato, llegó a la conclusión de que me encuentro ante una gota simpática. Le sonrío y ella me guiña un ojo en un gesto de complicidad. Nos hacemos amigos, pero de los de verdad. Tengo curiosidad por saber cómo es su mundo, conocer sus tradiciones y creencias y aprender su idioma. En el mundo húmedo, como ella lo llama, las gotas viven en gigantescas cuevas de coral. Adornan sus paredes con fotos de la infancia y todos los días celebran su cumpleaños porque la vida es una continua celebración y motivo de felicidad. No mueren ni tampoco viven eternamente. Cuando se cansan de ser de una manera se dirigen al mar donde se transforman en gotas saladas. La sal no sólo les hace cambiar el carácter sino también el aspecto. Las gotas de mar (saladas) tienen los ojos más claros y son más chistosas (tienen mucha guasa). Les gusta vestir camisetas surferas y las más modernas llevan piercings en la lengua. Una vez al año las gotas marítimas y fluviales se reúnen para estrechar lazos familiares y rememorar acontecimientos pasados. Ese día se descorchan muchas botellas de champán, no para beberlo sino para liberar las burbujas de aire atrapadas que se suman a la fiesta. Para tal celebración, las gotas utilizan el tradicional traje azulado de gasa con un pequeño lazo color pistacho adornándoles el pelo mientras que las burbujas llevan un traje impermeable color dorado con capucha. Para amenizar el acto, una banda de música compuesta por 300 peces espadas violinistas y una sirena mezzo-soprano interpretan las cuatros estaciones de Vivaldi. Para finalizar la reunión, todos se largan a la playa a contemplar la subida de la marea a la luz de las estrellas. Las gotas no tienen que trabajar para sobrevivir. Todo cuanto necesitan lo tienen en el medio en el que habitan. Son tremendamente ecologistas y muy responsables medioambientalmente hablando. No hacen fuegos en las riberas de los ríos si tienen frío. Para entrar en calor, juegan al pilla-pilla y se abrazan afectuosamente para transferir energía térmica. Cuando llega el verano se van de crucero. Nunca visitan dos veces el mismo océano y aprovechan las escalas en los puertos para visitar a familiares en las fuentes cercanas. Cuando llega el invierno, la mayoría se va a vivir a iglús al polo norte para poder ver los osos polares y los pingüinos de primera mano. Guardan fotos de todos sus viajes, en eso se parecen a los humanos. Por un momento me imagino cómo sería vivir siendo una de ellas. Me veo bailando en su fiesta del agua, escuchando el sonido de los violines y el canto de la sirena. Me imagino bailando con una bonita gota de ojos claros y traje azul turquesa.

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